sábado, 25 de mayo de 2013

El hilo de la mente. ~ Toni Romero

La expansión de nuestra conciencia, del nivel de conectividad con el universo a lo divino, transita en direcciones opuestas circulares. Son dos grados de compresión que se retroalimentan en orientaciones opuestas, pero de ningún modo puede llegar a entrecortase. Tomando una forma metafórica de una galaxia elíptica donde finalmente convergen los puntos en un centro teórico donde todo es succionado en sí mismo. El cultivo del autoconocimiento va llevando a la experiencia interna de los movimientos casuales que se suceden de forma espontánea y sin control. Adentrando en la mente uno va tomando conciencia de esos procesos internos, a la vez de los reflejos externos en las capacidades físicas del propio cuerpo. Eso va creando un cordón conectivo hasta la extensiva universal, uno puedo sentirse parte integral de todo el sistema universal tejido como una telaraña a nuestra alrededor. Ese flujo de conocimiento se constituye con el latido divino. Podemos remover ese hilo como una serpiente que rompe todas las ataduras emocionales, sociales que nos sujetan en la pasividad de la verdadera naturaleza de la mente. Llegado a un punto de extrema conexión es cordón o atadura entre el yo y el flujo mismo del universo es succionado por el núcleo elemental hasta que el continente-contenido son identificados con lo mismo e innombrable por infinito.
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