El amor y la honestidad son dos conceptos muy importantes. Debes amar tu jardín, regarlo con buenos propósitos si quieres que la hierba crezca sana y fuerte. En ese espacio no hay lugar para el autoengaño. En occidente desde pequeños nos preparan para correr, para competir, para fracasar. Nos muestran que hacer al fracasar, nos enseñan un camino de vergüenza y desengaño, pero ni siquiera nos inculcan eso en la posibilidad de triunfar. Importa ganar, para evitar el dolor, más que para alcanzar el éxito. Eso nos convierte en unos competidores compulsivos por despecho. En casi todos los aspectos de la vida tendemos a comparar, a competir con/ contra otros y hasta uno con mismo.
Entonces aparece el yoga y eso rompe los esquemas que tenemos en la cabeza. No hay competición posible, es un camino autoconocimiento y autoexploración. No hay mejores o peores, quizás hay honestos, esos son los que realmente practican de corazón disfrutan y abren mente al universo. Luego siguen por otro lado los competidores que se machacan sin saber bien cuál es el motivo, ni el porqué.