Es terriblemente fácil dejarse fascinar por el propio progreso. Es una droga para el ego que te motiva, a la vez que te hace perder el rumbo. Eso te puedo llegar a cegar de tal modo que llega un punto que no sabes ni dónde estás. Equivocarse, caer, hacerse daño positivamente te devuelve a la realidad del presente y te hace ver que si pierdes el control, te estás dejando llevar por la mente no al revés. De vez en cuando es bueno pisar el suelo. Volver a empezar de nuevo una y otra vez.
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Toni Romero |